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(HOR DAGO! Jardín de Falerina Lorategia)
LOS ZIGARROS:
ROCK PARA APURAR HASTA EL FILTRO
Ovidi Tormo, guitarra y voz, Álvaro Tormo guitarra solista, Adrián Ribes, batería y coros, y Nacho Tamarit, bajo y coros, forman uno de los grupos más excitantes del ahora en España. Puro rock'n'roll con anclajes en los 60 -George Harrison, Eric Clapton-, los 70 -AC/DC, Aerosmith, Tequila-, los 80 -Carlos Segarra, Loquillo- y los 90 -Los Rodriguez. Pero rock'n'roll con visión personal, con un mundo propio en el que circulan canciones redondas, divertidas, desprejuiciadas; fabricadas para hacer surcos en el corazón y divertir al personal al mismo tiempo.
El maestro de la producción de rock en España, Carlos Raya, supo ver en ellos a la primera el talento, la energía y esa capacidad de hacer rock "por la cara" que en la actualidad -tan indolentemente indie- es tan reconfortante como una jarra de limonada helada en el desierto. Se los trajo de su Valencia natal y los exprimió como naranjas durante un año hasta extraerles el impecable repertorio que tienes en tus manos. Les metió en el estudio Riff Raff y, junto a amigos y colegas potentes del rock -Carlos Tarque de M-Clan, el baterista Tony Jurado, el bajista Iván "Chapo" González y el pianista Luis Prados- registró con ellos once canciones formidables. Once temas con pegada, estribillos, letras sinceras y, sobre todo, unas guitarras que suenan a gloria afilada.
Escuchando este disco podrás saltar hasta tocar el techo con Hablar, Hablar, Hablar, Voy a bailar encima de ti o ¿Qué harás, amor?. Estremecerte de emoción con Tras el cristal. Curarte las heridas sentimentales con Desde que ya no eres mía o Como un puñal. Reflexionar con Cayendo por el agujero o Los muertos. Revelarte contra el tedio y la inmovilidad con Dispárame. Escaparte de lo que te agobia con Voy hacia el mar y/o rendir tributo de admiración a un mito del rock argentino como es el desaparecido Pappo con No obstante lo cual.
Los Zigarros no venden humo. Hacen exactamente el rock'n'roll que les sale. Trastean los tres acordes de Chuck Berry o los Stones sin limitaciones de ningún tipo; pasándoselo muy bien; y, créeme, eso se nota en el disco. Ahora que apenas se oyen guitarras en las radios comerciales y en un momento en el que a la música le sobra introspección, estos apóstoles del rock más genuino te sirven en el plato música con corazón, directa, sin artificios, ni trucos. Música de la calle y del bar. Se la juegan escribiendo canciones y cantando y sonando arrebatados. Dando de lado al mainstream y apostando por lo genuino. Bordando canciones que retratan la vida, canciones de ganadores que ensalzan a los clásicos perdedores del rock. Instantáneas de amor y desamor, deseo de escapar e invitación a pasarlo bien, a quemar los garitos en findes inacabables.